lunes, 20 de mayo de 2013

El extraño caso de la Dra. Célida y Mr. Plagio (Primera parte) por Israel Canseco


Ciudad de Puebla, México. Domingo 19 de mayo de 2013

El extraño caso de la Dra. Célida y Mr. Plagio.

Primera parte

por

Israel Canseco



La segunda quincena de abril aparecieron repentinamente en mi correo electrónico -y, como después también me enteré, en los de otros ciudadanos- algunos mensajes y archivos adjuntos que nos invitaban a analizar la información de lo que, se consideraba, era prueba de plagio académico cometido al interior de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Benemérita Universidad Autónoma de  Puebla (BUAP). El caso implicaba a la Dra. Célida Godina Herrera, profesora e investigadora de la FFyL-BUAP.

Los mensajes electrónicos a los que he aludido, eran enviados por un grupo que se autodenominó Filosofía Sin Plagio que también posee perfil en Facebook y un blog donde se pusieron a disposición de todos los internautas lo que ellos consideraban pruebas de dicho plagio académico. La dirección de blog aún existe, el amable lector, puede consultarla en el siguiente enlace http://filsinplagio.blogspot.mx/

¿Quién es la Dra. Célida Godina Herrera?
¿Quién es la Dra. Célida de los Ángeles Godina Herrera? Según la página de internet del posgrado en filosofía de la BUAP la académica es “Doctora en Filosofía. Especialista en Bioética por la UNESCO. Secretaria Académica de la Maestría en Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesora-Investigadora de Tiempo Completo de la Maestría y del Colegio de Filosofía. Autora de libros y artículos en revistas nacionales e internacionales. Presidenta de la Fundación Atenea, por más formación e investigación filosófica y humanística A.C. Sus líneas de investigación: Bioética, filosofía de la existencia, antropología filosófica y filosofía de la técnica.”

Personalmente, recuerdo haber asistido únicamente a un par de materias con ella, creo que las asignaturas eran “Ética” y “Antropología Filosófica” y eso fue hace más de una década, cuando yo era estudiante de licenciatura y ella aún no era Doctora ni investigadora.

Recuerdo que la última vez que tuve la oportunidad de saludarla, hace ya casi un par de años atrás, la encontré en las oficinas del Colegio de Filosofía de la BUAP. Me preguntó por mi trabajo de posgrado y por una maestra que conocemos en común, Doña Guadalupe Grajales Porras. Nos despedimos amablemente y nunca más supe de ella hasta la segunda quincena de abril de este año, cuando llegaron los mencionados mensajes a mi correo electrónico, aquellos que la acusaban de plagio académico.

¿Qué es el plagio académico?
En su artículo de investigación El trabajo académico, plagio y derechos de autor, publicado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el profesor Manuel Becerra Ramírez dice: “En general, la doctrina del derecho de autor se refiere al plagio tomando como punto de partida a alguien que se apropia de la obra de otro, la hace aparecer como propia, entonces se convierte en un impostor”.

Otra definición muy certera de lo que puede ser considerado como plagio en este ámbito es proporcionada por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) que en la fracción 86 de su Glosario de derechos de autor y derechos conexos lo define como “(...) el acto de ofrecer o presentar como propia, en su totalidad o en parte, la obra de otra persona, en una forma o contexto más o menos alterados. La persona que esto hace recibe el nombre del plagiario; es culpable de impostura y, en el caso de obras protegidas por derecho de autor, lo es también de infracción del derecho de autor”. 
Según las leyes mexicanas, el plagio académico no es considerado un delito; más bien, es considerado como una conducta que rompe con los estándares éticos que rigen a los investigadores que pertenecen a las instituciones educativas ya sean públicas o privadas. En el texto de Martínez Becerra ya previamente mencionado, el investigador indica: ”Podemos decir que el plagio no es un concepto estrictamente jurídico, tiene su connotación fuerte sentido ético y eso le da un valor especial pues, si bien no existe una mención expresa de plagio en la ley, sí existe un valor ético que prohíbe que alguien se atribuya como propio un trabajo o una expresión que no es suya, por supuesto, eso independientemente de que se recurra a la normatividad en materia de derechos de autor”.

En el caso que nos concierne, al interior de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, esta conducta, al romper con los estándares éticos, también rompe con las normas del Estatuto Orgánico de la BUAP que sostiene el carácter ético y social de la institución.

Si ya en sí misma la acción del plagio intelectual es lamentable para cualquier investigador, a mí me pareció que se tornaba moralmente más perjudicial cuando la implicada era, irónicamente, una maestra de ética. Y es que el plagio en los trabajos de los “humanistas” -aquellos que se dedican o dicen dedicarse profesionalmente a cultivar las humanidades en este país- últimamente ha estado de moda; recordemos, por ejemplo, el caso de Saltiel Alatriste, quien era, si no mal recuerdo, secretario de cultura de la UNAM (recientemente considerada una de las doscientas mejores universidades del mundo) y quien fue acusado de plagio académico, viéndose obligado a dejar sus funciones en dicha institución educativa. 

Cuando se presentaron por internet las pruebas que implicaban a la Doctora Célida Godina, corrían las semanas finales del cuatrimestre “Primavera 2103” de la BUAP, dicen que la investigadora no se volvió a aparecer por la facultad. Algunos aluden problemas de salud, otros, estrés y sobrecarga de trabajo, otros dicen que al estallar el escándalo se escondió, quizá confirmando con dicha conducta su culpabilidad.

La carta
Lo cierto es que, hasta el día de hoy, la Doctora Célida no ha planteado públicamente su opinión respecto a las acusaciones. Al ser ella autora de tantas investigaciones, todos los que supimos de su caso esperábamos alguna toma de postura, esperábamos que se defendiera públicamente, con esa vehemente pasión ética que, recuerdo, la caracterizaba en el aula cuando impartía sus clases.
No obstante, dicha defensa nunca llegó.

Pasados los días, el grupo Filosofía Sin Plagio publicó en su espacio de internet una carta a la que, se dijo, se suscribiría en lo general. Dicha carta, en síntesis, pide (ya que sigue vigente el suscribirse a ella) a las autoridades universitarias de la FFyL-BUAP que se investigue el caso de la Dra. Célida tomando en cuenta las evidencias que han sido proporcionadas y que están al alcance de todos; con ello, se arguye, se evita difamar a la implicada y/o que la institución se vea corrompida con el plagio al interior de sus publicaciones.

No hubo respuesta pública por parte de las autoridades universitarias.

Con el paso de los días, al interior del Colegio de Filosofía, se rumoró que el asunto no era otra cosa más que una difamación anónima y que quizá con ello viejas rencillas entre investigadores estaban nuevamente saldándose; incluso, algunos afirman, se prohibió terminantemente a los alumnos del Colegio de Filosofía de la FFyL-BUAP hablar del tema, rompiendo con ello -dicho sea de paso- con el derecho al libre intercambio y discusión de ideas que caracteriza a una democracia, derecho protegido por la constitución de este país y las leyes que rigen a las Universidades Autónomas como Organismos Públicos Descentralizados. 

Los integrantes de Filosofía Sin Plagio y otros simpatizantes con su causa siguieron sosteniendo que la Doctora realmente había cometido el plagio académico y que existía una evidencia que los integrantes de la academia del Colegio de Filosofía se negaban a investigar.
Ante tal situación, la defensa llegó.

¿Qué postura tomó la Academia?
El 29 de abril de 2013 aparece una carta firmada por 19 miembros de la academia del Colegio de Filosofía de la BUAP y que representa, hasta el momento, la única toma de postura oficial respecto al asunto que aquí nos concierne.

En dicho comunicado se dice que los integrantes de la academia del Colegio de Filosofía de la FFyL-BUAP consideran al plagio como una acción “inmoral” que “corroe de raíz el noble trabajo de la investigación académica”.  Posteriormente, condenan a quienes buscan “desprestigiar y estigmatizar anónimamente“ a “una” de sus investigadoras. Y pongo la palabra “una” entre comillas porque dicho comunicado nunca menciona el nombre de la Dra. Célida Godina Herrera, tampoco menciona de qué se le acusa o por qué se habla de “difamación”. Más bien, su contenido un tanto oscuro enfatiza el “ensañamiento mediático” contra un miembro del Colegio y acusa a quien no tiene honestidad “(...) ni valentía de dar la cara al momento de presentar acusaciones”. La parte quizá más positiva y conciliadora de dicho comunicado es una escueta idea que aparece al final y que reconoce en ellos una “vocación al diálogo”.

Pero ¿diálogo con quién? Parece que no lo saben, y ello se debe a que muchos de los firmantes de dicho comunicado  (entre los que, se dice extraoficialmente, se pueden contar a su hijo, su nuera, su compañero sentimental y a su primo junto con otros compadres y arribistas cercanos) se han hecho de enemigos políticos y académicos a lo largo del camino, adversarios que los han acusado de acomodaticios, corruptos, incompetentes y/o sectarios.

A pesar de lo anterior, en el comunicado de la FFyL-BUAP del 29 de abril, nunca se menciona si se hará o no revisión de las pruebas presentadas. Quizá ese fue el principal punto débil de su respuesta, el mismo que, hasta ahora, no han vuelto a tocar.

Todo aquel que lea dicho escrito podrá encontrar en él una postura más reactiva que correctiva; el redactor y los firmantes no supieron generar la toma de postura políticamente ponderada que todos esperábamos.

Para concluir esta primera entrega
El hecho de que las pruebas del presunto plagio se presentaran de forma anónima, no les quita su validez como elementos de una posible investigación. Y es que, como en su momento lo expresé públicamente a través de mi cuenta de Facebook, el ciudadano medianamente informado sabrá que en el reciente caso de SEDESOL las pruebas presentadas contra funcionarios públicos se hicieron de forma anónima y ello no impidió que se investigara y castigara a los implicados.

Alguien medianamente inteligente se puede percatar que el caso aquí presentado y que implica a la Dra. Célida Godina Herrera, no responde al hecho de que alguien “dé la cara” (esto no es box ni pelea callejera de barrio), sino de que se investiguen la pruebas que, hasta hoy, siguen disponibles para todo aquel que tenga la diligencia, curiosidad o quizá el suficiente deber cívico o ética profesional para estudiarlas.

Por otro lado, con este caso, la FFyL y en general la BUAP tiene una excelente oportunidad para que la institución pruebe su espíritu legal y su capacidad de rendición de cuentas ante los ciudadanos que, finalmente, somos quienes la sostenemos con nuestros impuestos.
Más allá de las euforias de cantina, este caso se debe debatir abiertamente, ponderadamente, inteligentemente, con argumentos y sin sectarismos, escuchando a todos los interlocutores. A fin de cuentas, de eso se trata la vida universitaria. ¿No?

Como ya varias veces lo he indicado, como ciudadano de esta República, uso mi derecho para libremente presentar y expresar mi perspectiva del asunto.

Para evitar suspicacias: yo doy la cara.
Ya he visto que a eso le dan mucha importancia.
No pertenezco al grupo Filosofía Sin Plagio pero me parece que sus demandas, en lo general, son legítimas. En efecto, no estoy a favor de que se difame a una investigadora de la BUAP, pero tampoco estoy a favor de solapar un caso de plagio académico, si es que existe. ¿La mejor forma de saberlo? Que se analicen las pruebas, eso tiene sentido práctico y bastante inteligente.

Pero el caso ahí no terminó.
¿Y luego, qué pasó?

No se pierdan la siguiente entrega de El Extraño caso de la Dra. Célida y Mr. Plagio.

Continuará . . .

Si alguien está a favor o en contra de mis opiniones, pongo a disposición de todos los amables lectores mi correo electrónico para que puedan opinar del asunto filcanseco@gmail.com
GRACIAS :-)
MCL Israel Canseco

3 comentarios:

  1. Me parece que la forma en que se ha condenado es tajante y quizás esté más relacionada con problemáticas personales que con su trabajo. La considero un gran apoyo moral y que ha desempeñado un buen papel como ser humano y profesora.

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  2. Creo que sólo se le ha cuestionado académicamente y la condena no ha sido como debería ser, al menos no por parte de las autoridades de la Facultad. Como bien señalaron los de FSP, de nada serviría tener un problema personal con ella si no hubiera de hecho plagios que mostrar. No hubiera habido jubilación repentina, sin terminar sus cursos, de no ser porque finalmente la atraparon en uno de sus múltiples atropellos. Que te haya apoyado y haya sido buena humana y profesora contigo no es incompatible con que haya plagiado y haya usado su puesto para beneficiarse ella y a su familia. Tu defensa de ella sí que está más relacionada con un asunto personal que con decir que no ha habido plagios; el comentario que haces en la otra nota simplemente está lleno de confusiones y es un intento de defender lo que no debería defenderse.

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  3. Me gustaría hablar lo antes posible con quien mejor pueda comprender esta denuncia por plagio de tesis doctoral
    http://www.cita.es/denuncia-tesis-plagiada.pdf

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